Historia
Partia fue un imperio en el territorio del
actual Irán, fundado por los partos, (en latín
Parthi) en el siglo III a.C. La región de Partia estaba localizada
al noroeste de Irán, y era conocida
sobre todo por haber sido la base política y cultural de las dinastías
arsácidas, por lo que el imperio arsácida fue entonces conocido como el Imperio
Parto. El nombre latino Parthia
deriva del antiguo persa Parthava o
Partawa, que era la designación de los partos se daban a sí mismos en su idioma
y que significaba “de los partos”.
Partia se corresponde en líneas generales con
la mitad occidental de Jorasán. Estaba limitado por la cadena montañosa Kopet
Dag en el norte, lo que sería la frontera entre Irán y Turkmenistán y el
desierto de Dasht-e-Kavir en el sur. Bordeaba con Media al oeste, Hircania al
noroeste, Margiana en el noreste y Aria en el sureste.
Durante la era arsácida, Partia se unió con
Hircania, que hoy queda en parte de Irán y Turkmenistán, como una sola unidad
administrativa, y esa región es considerada a menudo, según el contexto, una
parte de la propia Partia.
Bajo el régimen Aqueménida
Los partos originalmente eran una tribu
perteneciente a los escitas, distinguidos por ser criadores de caballos,
camellos bactrianos y comerciantes de la Ruta de la Seda, con el nombre de
parnos (parni o aparni) que residían en el sureste del mar Caspio. Tras haber
conquistado la provincia persa de Partia adoptaron el nombre de Partos,
derivado de dicho lugar.
Como una región habitada por los partos, Partia
aparece por primera vez como una entidad política en las listas aqueménidas de
gobiernos locales (satrapías) bajo su
dominio. Antes de esto, los pueblos de
la región parecían haber estado sometidos a los medos. Textos asirios del siglo
VII mencionan un país llamado Partakka o Partukka (aunque puede que no
coincidiera geográficamente con lo que luego fue Partia).
De cualquier modo, un año después del que Ciro
I derrotase al rey medo Astiages, Partia se convirtió en una de las primeras
provincias en reconocer a Ciro como su gobernante, y esta alianza aseguró los
flancos orientales de Ciro y le permitieron dirigir sus primeras campañas
imperiales contra Sardes. Según las fuentes griegas, después de que Darío I se
hiciera con el trono aqueménida, los partos se unieron con el rey medo Fraates
para rebelarse contra él. El gobernador persa de la provincia, Histaspes,
consiguió suprimir la revuelta, lo que parece haber acontecido en torno al año
522/ 521 a.C.
La primera mención irania indígena de Partia se
encuentra en la inscripción de Behistún, de Darío I, donde Partia se encuentra
incluida entre las satrapías cerca de Drangiana. La inscripción data de
alrededor del año 520 a.C. El centro de la administración pudo haber estado en
lo que más tarde se conoció como Hecatómpilo. Los partos también aparecen en la
lista de Heródoto de pueblos sometidos a los aqueménidas. El historiador trata
a los partos, corasmianos, sogdianos y areios como pueblos de una sola satrapía
(la 16), que según Heródoto, su tributo
al rey era de sol 300 talentos de plata.
En la batalla de Gaugamela en el 331a.C., entre
las fuerzas de Darío III y Alejandro, una de tales unidades partas fue
comandada por Fratafernes, que era en aquel entonces el gobernador aqueménida
de Partia. Tras la derrota de Darío III, Fratafernes entregó su gobierno a
Alejandro cuando el macedonio alcanzó Partia en el verano del 330 a.C.
Fratafernes fue nombrado de nuevo gobernador por el monarca macedonio.
Bajo el régimen de los seléucidas
Tras la muerte de Alejandro, en la partición de
Babilonia en el 323 a.C., Partia se convirtió en una región seléucida con
Nicanor. Fratafernes, el anterior gobernador, se convirtió en el gobernador de
Hircania. En el 320 a.C., con el pacto de
Triparadiso, Partia fue cedida a Filipo, anterior gobernador de
Sogdiana. Unos pocos años más tarde, la provincia fue invadida por Peitón,
gobernador de la Media Mayor, quien entonces intentó hacer gobernador a su
hermano Eudamo. Peitón y Eudamo fueron rechazados y Partia permaneció como una
región por derecho propio.
En el 316 a.C., Estasander, un vasallo de
Seleuco I Nicátor y gobernador de
Bactria, y al parecer de Aria y Margiana, fue nombrado gobernador de Partia.
Durante los siguientes sesenta años, varios seléucidas serían nombrados
gobernadores de Partia.
En el 247 a.C., después de la muerte de Antíoco
II Theos, Ptolomeo III tomó el control de la capital seléucida en Antioquía, y
de esa manera dejó en duda el futuro de la dinastía seléucida. Aprovechando la
incertidumbre de la situación política, Andrágoras, el gobernador seléucida de
Partia, proclamo su independencia y comenzó a acuñar sus propias monedas.
Un hombre llamado Arsaces, de origen escita o
bactriano, fue elegido líder de los Parni, unos pueblos iranios orientales del
sureste del mar Caspio. Tras la secesión de Partia del Imperio seléucida y la
resultante perdida del apoyo militar de los mismos, Andrágoras tuvo dificultad
para mantener sus fronteras, y alrededor del 238 a.C., los parni invadieron Partia
bajo el mando de Arsaces y su hermano Tirídates, tomando el control de Astabene
(Astawa) la región septentrional de aquel territorio, la capital administrativa
de la que era Kabuchan.
Desde el 250 a.C. hasta el 238 a.C., los partos
conquistaron, bajo su rey Arsaces, las regiones persas del Imperio de los
seléucidas, y de esta manera renovaron el Imperio persa. Un poco después de que
los parni tomaran el resto de Partia de Andrágoras, matándole en el proceso,
hubo una expedición punitiva de los seléucidas con Seleuco II que no tuvo
éxito. No obstante, los seléucidas, bajo el mando de Antíoco III el Grande, recuperaron el territorio
controlado por las arsácidas en el 209 a.C. del sucesor de Arsaces o Tirídates,
Arsaces II quien pidió la paz y aceptó
un estado de vasallo. No fue hasta que el nieto de Arsaces II, o su sobrino
nieto Fraates I que los arsácidas/parni comenzarían a afirmar las bases de su
independencia, el Imperio Parto.
Desde su base en Partia, las dinastías
arsácidas extendieron con el tiempo sus dominios hasta incluir la mayor parte del
Gran Irán. Incluso cuando los arsácidas tuvieron su capital en Partia de manera
esporádica, su verdadero poder se encontraba allí, entre las familias feudales
partas de las cuales dependía el apoyo económico y militar de los arsácidas. A
cambio de este apoyo aquellas familias recibieron amplias concesiones de tierra
en los territorios adyacentes conquistados por el Imperio, que fueron
entregados a la nobleza parta en calidad de gobernadores. Las más grandes de
dichas ciudades estado fueron Kuchan,
Semnán, Gorgan, Merv, Zabol y Yazd.
En el año 141.a.C, con Mitrídates I como rey, los
partos añadieron Mesopotamia a su imperio. Este rey fue el primero en ostentar
el título de “Sháh an Sháh”, Rey de Reyes. Con Mitrídates II se abre en el año
115 a.C. la Ruta de la seda, recibiendo una delegación del emperador chino Liu
Che, el Guerrero.
Desde alrededor del año 105 a.C. en adelante,
el poder y la influencia del puñado de familias nobles era tal, que se oponían
con frecuencia al monarca, y con el tiempo llegarían a ser un factor decisivo
en la caída de la dinastía.
A partir del año 130 a.C., Partia sufrió varias
incursiones por parte de varias tribus nómadas, incluyendo a los sakas, los
yeuchi y los masagetas. En cada ocasión las dinastías arsácidas respondían de
manera personal, haciéndolo incluso cuando había amenazas más severas de los
seléucidas o de los romanos amenazando las fronteras occidentales del imperio,
como ocurrió con Mitrídates I. Defender el imperio de los nómadas costó la vida
de dos monarcas, Fraates II y Artabano I.
Además, poco después del primer encuentro con los romanos, el Imperio
Parto se convierte en rival de Roma para conseguir la hegemonía al este del
Mediterráneo. Una infinidad de confrontaciones militares caracterizó desde entonces
la relación entre los dos estados. Una de las derrotas romanas más famosas es
con seguridad la batalla de Carrhae en el año 53 a.C., donde veinte mil
soldados romanos perdieron la vida y diez mil quedaron cautivos de los partos.
La causa de esta batalla había sido el rompimiento del tratado del año 69 a.C.,
que reconocía al Éufrates como la frontera entre ambas potencias por parte de
Marco Licinio Craso, gobernador romano de la provincia de Siria.
Alrededor del año 32 a.C., estalló la guerra
civil entre un tal Tirídates que se rebeló contra Fraates IV, probablemente con
el apoyo de la nobleza que Fraates había perseguido. Al principio la revuelta
fue exitosa, pero fracasó en el año 25 a.C. En el año 20 a.C., bajo Augusto, el
Imperio Romano y el Imperio Parto reconocieron de nuevo el Éufrates como
frontera en la ciudad de Dura Europos. En
el año 9/8 a.C., la nobleza parta consiguió poner en el trono a un rey de su
predilección, pero Vonones demostró ser demasiado estricto controlando el
presupuesto, así que fue usurpado por Artabano I, quien al parecer era un noble
parto no arsácida. Pero cuando éste intentó consolidar su posición, fracasó en
las regiones donde los gobernantes partos prevalecieron.
Hubo nuevos conflictos bélicos con el Imperio
Romano bajo el mandato de Nerón (54- 68
d.C.).Trajano consiguió victorias importantes sobre los partos, por lo que
recibió el sobrenombre de Párthico, aunque no consiguió la sumisión completa
del territorio. Con Adriano siguió una época de relativa paz aunque bajo Marco
Aurelio volvieron a producirse enfrentamientos en los cuales los partos
consiguieron recuperar los territorios perdidos.
A menudo con las guerras con los partos se
demuestra el mismo esquema. Tras una ofensiva sorprendente que conseguía llegar
hasta Siria o Armenia, seguía un contraataque romano con tropas de refuerzo.
Estas a menudo eran exitosas y lograban reconquistar Armenia y Mesopotamia. La
capital parta, Ctesifonte, también cayó varias veces. No obstante, los romanos
nunca consiguieron consolidar sus conquistas y, tras su retirada, se
restablecía la situación inicial. A la
vista de las numerosas confrontaciones, la frontera del Éufrates
demostró ser bastante estable.
El poder militar parto residía sobre todo en su
caballería pesada y con arqueros, los Katafraktoi (catafractos) y los
Klibanoforoi.
Para el siglo II d.C., las guerras con Roma y
los nómadas, además de las luchas internas contra la nobleza, habían debilitado
a los arsácidas hasta el punto de que no podían defender ya los territorios
sometidos. El Imperio se dividió conforme los vasallos comenzaban a reclamar su
independencia o eran sometidos por otros. En el año 200 comenzó un
levantamiento en Persia bajo Ardacher I, miembro de la dinastía sasánida. Los
arsácidas fueron finalmente derrocados por los sasánidas persas, los cuales
anteriormente eran un vasallo menor del suroeste de Irán. En abril del 224,
Ardacher mató al último rey parto, Artabán IV. Ardacher fue coronado rey fundó
la dinastía de los sasánidas. Bajo el gobierno sasánida, Partia fue incorporada
a la provincia recientemente formada de Jorasán, y por lo tanto dejó de existir
como entidad política. Parte de la nobleza parta continuó resistiéndose al
dominio sasánida durante algún tiempo, pero la mayor parte cambió su alianza
con los persas muy pronto.
De manera política, se trataba de un estado
feudal donde se instauraron condados dinásticos. El gobierno central tenía poca
relevancia y el poder de los nobles era importante. La falta de autoridad sobre
el imperio por parte del rey fue el causante de las luchas internas constantes
y la inestabilidad del trono. En el ámbito cultural, los partos eran tolerantes
y estaban abiertos sobre todo a la cultura helenística, aunque al comienzo de
nuestra era empezaron a dar relevancia a la influencia irania.
Los partos hablaban parto, un idioma iranio
noroccidental relacionado con el medo. No ha sobrevivido nada de la literatura
parta anterior al periodo sasánida en su forma original, y de todos modos,
parece que una parte muy pequeña de ella se puso por escrito. Los partos, sin
embargo, tuvieron una importante literatura oral, mantenida por los juglares.
De hecho su palabra para juglar es gosan, palabra que sobrevive aún en muchos
idiomas iranios. Estos cantores estaban presentes en cada faceta de la vida
cotidiana parta, desde la cuna hasta la sepultura, y entretenían por igual a
los reyes y al pueblo. Sus poemas heroicos han sobrevivido gracias a
redacciones persas y árabes.
En la propia Partia el uso documentado del
parto escrito está limitado casi a tres mil óstraca, encontrados en lo que
parecer ser una bodega de vino en Nisa, en la actual Turkmenistán. Un puñado de
otras evidencias del parto escrito se ha encontrado también fuera de Partia, la
más importante de éstas, es la parte de un documento de venta de tierra
encontrado en Avroman, Kurdistán iraní, además del fragmento de una carta de
negocios encontrada en Dura, en la actual Siria.
Las ciudades estado del tamaño considerable
existían ya en Partia desde el primer milenio a.C., y no solo desde la época de
los aqueménidas o seléucidas. Sin embargo, en su mayor parte la sociedad era
rural, y estaba dominada por grandes terratenientes con un gran número de
siervos, esclavos y otra mano de obra
contratada a su disposición.
Para la época arsácida, la sociedad parta
estaba dividida en cuatro clases de hombres libres. En la parte superior
estaban los reyes y los miembros de su familia. Les seguían los nobles menores
y el sacerdocio general, seguidos por la clase mercantil y los funcionarios de
rango menor y culminando con los ganaderos y granjeros.
Poco se sabe de la economía parta, pero la
agricultura debe haber tenido un papel preponderante. El comercio importante
surgió por primera vez con el establecimiento de la Ruta de la Seda en el 114,
cuando Hecatómpilos se convirtió en un importante cruce de caminos.
El Ejército Parto
El ejército parto fue uno de los más temidos de
la antigüedad, para los primeros diádocos de Alejandro Magno y también para los
romanos. Los partos se convertirían por mucho tiempo en los mayores enemigos de
Roma, puesto que los romanos nunca encontraron la manera de derrotarlos.
El ejército parto no tenía una clara estructura
organizativa. Por lo que se sabe, el ejército era liderado por un comandante
supremo, que era el rey, el príncipe o un spahbod. Los spahbod eran elegidos
entre los nobles de las grandes casas si el rey o el príncipe no estaban
disponibles. Surena, el vencedor del Carrhae, es un ejemplo de ello. A partir
de ahí, el ejército se dividía en gunds (divisiones), que eran separadas luego
en drafsh (unidades grandes) que después se componían en washt (unidades
pequeñas). Todos dirigidos por azats, que eran miembros de la nobleza regional
y con los cuales el rey tenía muy poco control. A diferencia de los sasánidas
posteriores, la estructura de mando de los partos era feudal, y el rey dependía
de la voluntad de los azats en las reuniones militares.
El ejército parto estaba conformado en su mayor
parte por caballería, la infantería era de poca utilidad. El núcleo del
ejército parto consistía en los nativos catafractos iranios y los arqueros a
caballo. Estos se completaban con levas territoriales (llamadas hamspah) y
mercenarios extranjeros. Los más conocidos fueron los catafractos arqueros y la
caballería ligera. Los catafractos partos estaban bien armados y acorazados.
Solían llevar un casco de bronce o hierro, armadura de escamas o de laminas de
hierro cosidas sobre prendas de cuero, permitiendo la movilidad de brazos y
piernas. Utilizaban guanteletes acorazados, protector para el cuello, botas de
cuero con refuerzos metálicos laminares y barda para el caballo, desde la
cabeza y casi hasta los cascos de armadura de escamas o laminar. Los
catafractos llevaban dos armas principales, un arco compuesto y una lanza. El
arco era un arma secundaria ya que el tiro con arco se dejaba a la caballería
ligera. El arma principal era la lanza y era muy diferente de las otras lanzas
por su espesor y longitud. Si el jinete contaba con el suficiente entrenamiento
y el impulso del caballo era bien rápido, no era extraño ver a una lanza de
catafracto atravesar a dos soldados a la vez. También existió un pequeño número
de camellos catafractos a lo largo de la historia del imperio, pero los romanos
cortaron de raíz aquel problema con la invención de abrojos para hacerles daño
a los camellos.
Los arqueros a caballo partos no contaban con
armadura al igual que sus monturas. A menudo solo llevaban un arco compuesto y
los jinetes solían atacar en círculos a sus enemigos con fuertes andanadas de
proyectiles, dejando el resto del trabajo a los catafractos. El hecho más
recordado acerca de los arqueros montados era que los jinetes estaban tan bien
entrenados, que podían dar vuelta en la silla de montar y disparar hacia atrás
mientras el caballo seguía avanzando al galope.
Las tácticas de los partos fue lo que hizo de
ellos unos enemigos letales para griegos y romanos. La maniobra mejor
documentada era aquella en la cual atacaban con el sol a sus espaldas inundando
al enemigo con una certera lluvia de flechas. Repetían la acción hasta que
agotaban los proyectiles y dejaban el resto a los catafractos. Una vez
conseguido su objetivo, los catafractos embestían acompañados por el retumbar
de grandes tambores de guerra que los seguían en camellos. Mientras esto
ocurría, los arqueros se abastecían de flechas en un convoy de suministros
conformado por camellos para retomar el ataque sobre el enemigo. Esta táctica
fue efectiva en varios niveles y por lo general les permitía alcanzar la
victoria. Se cree que la mayoría de estas estratagemas era una variación de
este tipo de ataque. De todos modos los partos no tenían la táctica como
esencia de su filosofía militar, la cual dependía en gran manera de la
velocidad de sus asaltos. La principal falencia de su milicia era la existencia
de un plazo de duración de las campañas, estipulado por el momento en el cual
los azats regresaban a sus territorios, ocasionado la separación del ejército.
Los partos fueron temidos a través del tiempo
su existencia. Al principio contra los seléucidas de Siria y luego por los
romanos de los días de Craso. De ahí en adelante los partos continuaron unidos
contra la mejor infantería de la época. De alguna manera los partos fueron
responsables de que los romanos se vieran obligados a formar su propia
caballería acorazada, la misma que siglos después haría famoso al Imperio
Romano de Oriente.
Fuentes