miércoles, 14 de enero de 2009
Armas Antiguas- Falcata ibérica
Como este es un blog dedicado a la fantasía heroica y todo lo relacionado con el acero, no podía faltar un apartado dedicado a las armas y tácticas militares del mundo antiguo. Comienzo esta sección con una de las armas más famosas de la antiguedad, la falcata ibérica. Aquí esta un breve reseña de su historia, cortesía de la Wikipedia.
La falcata es un tipo de arma blanca, una espada de hierro originaria de Iberia, y relacionada con las poblaciones indígenas ibéricas anteriores a la conquista romana, fue muy usada entre los pueblos iberos o los celtíberos limítrofes con los primeros, siendo la espada de "antenas" más común en la zona más céltica de la Península.
Sus dimensiones son similares al gladius, la espada corta romana, con aproximadamente medio metro de hoja; posiblemente habría influido en los diseños posteriores del gladius, especialmente en el gladius hispaniensis, cuya evolución tendería hasta la característica forma recta de la hoja. De todas formas es posible que esta influencia sobre las armas cortas romanas viniera dada por la espada de antenas, también frecuente en la Iberia prerromana, y de origen celta.
Pese a que su forma sugiere su empleo como arma de filo, la frecuente presencia de contrafilo en los ejemplares recuperados (el filo del borde contrario al filo principal, que ocupa cerca del tercio más próximo a la punta) parece apuntar a que también era posible su uso como arma de estocada.
La calidad del hierro que servía para la construcción de las armas hispánicas fue alabada por los cronistas romanos, que quedaron sorprendidos por su capacidad de corte y su flexibilidad, una de las características más estimadas y buscadas en la manufactura de las mismas. El hierro se sometía a un tratamiento de oxidación (enterrando las planchas bajo el suelo entre dos y tres años) eliminando así las partes más débiles de este. La hoja se realizaba forjando tres láminas y uniéndolas en caliente, de las cuales la central presentaba una prolongación para la empuñadura, desplazada normalmente hacia un lado respecto al eje de simetría de la espada, y con forma de cabeza de caballo o grifo. La empuñadura iba decorada con cachas de hueso o marfil, y solía unir la cabeza del animal a la guarda con una cadenilla.
Como nota curiosa que refleja la efectividad de estas armas queda el hecho de que, tras los primeras batallas en la Península Ibérica, se dio la orden a las tropas romanas de reforzar con hierro los bordes de sus escudos, posiblemente para contrarrestar la potencia de corte de las falcatas, muy superior al de las espadas rectas y los sables.
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