viernes, 16 de enero de 2009

Guerreros de la antiguedad- Los Celtas





Procedían originariamente de Asia y formaron el tronco, como miembro del pueblo indogermánico, que se estableció en el occidente de Europa, en el siglo XX a.C. ya habitaban el centro y norte de Europa. Para el año 1000 a.C. se extendieron por las Islas Británicas, norte de Francia, parte de Suiza y norte de Italia. Invadieron España en el siglo IX a.C. Su lengua era indoeuropea, de la cual se conservan escasos registros literarios.
Para el siglo IV a.C. fueron desplazados del centro y norte de Europa, a consecuencia de las llegadas de otros pueblos, los grupos germánicos
Desarrollaron las denominadas culturas de Hallstatt y La Tène. La primera se manifestó en el primer período de la Edad del Hierro. Tomó el nombre de una localidad de la Alta Austria. Se originó a partir de la Edad del Bronce, en donde el hierro sustituyo al otro material en la fabricación de elementos como espadas, puntas de lanzas, hachas agujas, recipientes, cuchillos y puñales.
La Tène es la cultura celta de la segunda Edad del Hierro estructurada en tres o cuatro períodos. Se desarrolló entre la Hallstatt y la conquista romana (450 a 50 a.C.). Aquellos que compartieron esta civilización se destacaron por la elaboración de elementos como grandes espadas, escudos alargados, grandes hebillas, fíbulas, construían sus fortificaciones en las cumbres y acuñaron su propia moneda.
A diferencia de los romanos, que construían sólo dentro de los límites de la ciudad y cerca de sus famosas rutas –como la Via Apia-, los Celtas construían en torno a la naturaleza, por eso vivían más en contacto con ella.
También fueron portadores de la denominada cultura urnenfelder o "campos de urnas". Habitaban en poblados situados en montículos de fácil defensa, llamados - en Galicia - castros, con las viviendas distribuidas irregularmente. Su economía era cerrada, pastoril y ganadera
Los guerreros y pastores estaban organizados en una gran variedad de tribus, clanes y grupos. Socialmente se desarrollaron progresivamente, diferenciándose en clases sacerdotal (druidas), nobles, comerciantes y campesinos.
El impulso romano de un lado y de otro el germano, quebrantó el imperio de los celtas en la Europa central hasta someterlo. Quedaron en las costas occidentales con sus caracteres vivos aunque dominados.
Una característica que facilitó su dominio pero que, a la vez, permitió la continuidad de su cultura, fue la ausencia de un verdadero estado celta a causa de la primacía de las estructuras tribales y familiares. Esta división los hacía militarmente débiles ante invasores bien organizados, como por ejemplo los romanos –a los que sin embargo les llevó años conquistarlos -, paradójicamente sucedía lo contrario con las costumbres y los valores, protegidos de influencias externas por los fuertes vínculos parentales, en donde el clan estaba por encima de toda organización estatal, y unificaba y cobijaba a sus miembros.
En combate no empleaban el arco porque consideraban que matar a un enemigo a distancia era un acto de cobardía. El caudillo iba el primero, seguido por la nobleza militar y después el ejercito. Contemplándoles estaban los druidas orando por ellos y preparando ungüentos para los heridos. Iban desnudos al combate como símbolo de pureza, y su objetivo era cortarle la cabeza al enemigo.
Los celtas dedicaban gran parte de su tiempo y esfuerzos a decorar sus armas y armaduras, hacia las que mostraban una actitud casi reverencial.
Los arqueólogos han descubierto dos clases diferentes de armas y armaduras celtas. En primer lugar, aquellas piezas creadas para el campo de batalla; en segundo lugar, las pensadas especialmente para usos rituales, como ofrecimientos a los dioses, o para ser enterradas junto a los individuos de alto rango.
El arma principal del celta era la pesada espada de hoja larga. El gran tamaño de la hoja hacía necesaria una empuñadura proporcionalmente grande, y en ella concentraban los artistas todo su afán decorativo. En los mangos se observan a veces incrustaciones de materiales preciosos, como marfil o ámbar, o aparecen coloreados por medio de esmalte. En ocasiones, el mango de la espada tiene la forma de un ser humano, cuya cabeza corresponde el pomo; el cuerpo hace las veces empuñadura y las piernas proporcionan una guarda o protección a la mano del guerrero.
Los escudos celtas suelen ser largos y planos, aunque también se han encontrado ejemplares circulares. Solían estar realizados en bronce. Los artesanos decoraban el anverso de los escudos ceremoniales con dibujos muy elaborados.
En los cascos el empleo de materiales caros y complicada decoración era todavía más común. Tenían una parte superior semiesférica de hierro o bronce, protecciones laterales móviles para los pómulos, otra protección para la nuca y en lo mas alto del casco una pieza en la que se sujetaba un penacho o cresta. La cresta tenía a veces forma de jabalí, símbolo de poder y fortaleza en la sociedad celta.

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