lunes, 27 de julio de 2009

El caminante



Aqui les dejo un fragmento de la novela que estoy escribiendo en estos momentos.

El caminante

EL SONIDO DEL ACERO se alzaba por encima del gemido del viento que parecía rivalizar con la violenta lid que se llevaba a cabo en el fondo de la explanada.
En medio de aquel erial, tres hombres se batían en una tormenta de golpes y fintas que no parecía tener fin. Dos de ellos arremetían contra el tercero, un sujeto joven que se movía con una agilidad envidiable, armado con un mandoble que aparentaba tener vida propia. Mientras la desesperación y el cansancio comenzaban a aflorar en los bruscos semblantes de los bandidos, los ojos del tercer espadachín refulgían con una determinación oscura bajo una expresión de rasgos endurecidos. Era uno con su acero, y cada movimiento desembocaba en un golpe que buscaba con ansías la carne rival. Al fin, uno de los malandrines bajó la guardia, fue tan sólo un latido, pero fue suficiente para que medio palmo de metal se le incrustara entre las costillas, traspasando el coselete de cuero y reventándole un pulmón. Un alarido desgarrador retumbó mientras el hombre se desplomaba sobre el firme. Lo último que vieron sus aterrados ojos fue aquel endemoniado filo buscando con furia su garganta.
El otro forajido reculó al advertir el sonido húmedo de la hoja al abandonar el gaznate de su compañero. Mientras observaba atónito los últimos estertores del cuerpo quebrado a sus pies, comprendió que había sido un grave error haber atacado aquel solitario viajero. Estremecido, alzó la cabeza y estudió con detenimiento la faz de hierro que le contemplaba en silencio. Un miedo cerval le apretó la garganta al constatar la furia muda que ardía detrás de aquella mirada despiadada. Por unos momentos imaginó que se encontraba frente a un lobo hambriento y no un ser humano. El hombre comenzó a desplazarse con la agilidad de una pantera, unos movimientos suaves y decididos que al mal viviente se le antojaron letales. Horrorizado, se volvió en busca de una posición ventajosa desde la cual pudiese hacerle frente, pero ese latido de vacilación fue su peor error. Apenas pudo bloquear el filo del mandoble con un torpe doblez que les hizo caer en un punto muerto. Un sudor frío le recorrió la nuca al notar la hoja brillando a pocos dedos de su mejilla. El hedor acre de la sangre que manchaba la punta le revolvió el estómago. De repente el forastero apoyó todo el peso de su cuerpo sobre la empuñadura, logrando que el acero se deslizara sobre el canto de la hoja rival, en medio de un horrendo chirrido que no se detuvo hasta que el filo saltó sobre la empuñadura y consiguió cercenar varios dedos a su paso.
El forajido gritó con todas su fuerzas al sentir aquella pavorosa gelidez mutilando sus extremidades. La espada cayó de la mano destrozada y la certeza de la muerte le envolvió en su tenebroso sudario.
—¡Piedad! —chilló con desesperación, mientras un dolor agudo comenzaba a taladrar su cerebro con fuerza enloquecedora.
—La piedad es un lujo que los de mi clase no se pueden permitir —replicó el forastero con indolencia. Ni siquiera la victoria consiguió arrancar un gesto de aquel semblante de hielo.
El bandido se apretaba el muñón con manos temblorosas, intentando sin éxito detener el río de sangre que manaba con furia de la herida. Una intensa agonía se apreciaba en aquel rostro ceniciento.
Por unos instantes el caminante sintió pena por el pobre diablo. Sin embargo el código silencioso que regía su vida consiguió enterrar el leve retoño de humanidad que amenazaba con aflorar a la superficie.
El sujeto a sus pies tampoco fue ajeno a la lucha interna que se sucedía en el corazón del extraño. Podía advertir la tensión que se insinuaba tras esas facciones pálidas y apretadas. Entonces soltó un suspiro de alivio imaginado que tenía esperanza de salvarse, pero estas cavilaciones se vieron interrumpidas por el rápido movimiento de la hoja al cercenarle la cabeza.

10 comentarios:

  1. ¡Hola! Solo de pronto senrí que había más adjetivos que acción en la batalla. Pero no pude dejar de leer a pesar de esa sensación.

    "(...)chilló con desesperación, mientras un dolor agudo comenzaba a taladrar su cerebro con fuerza enloquecedora".

    ¿Que te parece dejarlo hasta taladrar su cerebro? La imagen no necesita la referencia a la fuera enlo quecedora pues muchos hemos sentido dolores semejantes en algún momento.

    Es muy agradable leer este blog tan lleno no solo de noticias sino de relatos.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ¡¡¡Sorry!!!!

    El término correcto no era noticias era datos. Este bolog se ha convertido en un referente para algunos conocidos por la información que aporta.

    Ahora sí.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Hola Alyana, gracias por pasar por aquí, y sobre todo por echarle un vistazo al escrito.
    Tendré en cuenta tu consejo a la hora de corregir el texto final.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Buena pelea, jeje.
    La primera frase es enrevesada.
    "EL SONIDO DEL ACERO se alzaba por encima del gemido del viento que parecía rivalizar con la violenta lid que se llevaba a cabo en el fondo de la explanada."
    Qué tal: "(...)por encima del gemido del viento, rivalizando con la violenta lid (...)"

    Además, lo de los dedos cortados no me lo explico muy bien. La cruz y las guardas de las espadas están precisamente para evitar eso.
    Y sí, muchos adjetivos. Pero me gusta ;)

    ResponderEliminar
  5. Bueno amigo mío, nada mal tu aporte, al fin y al cabo la historia esta en su etapa de gestación. En cuanto a la espada y los dedos, estaba pensando en hoja tipo gladius o falcata, que no es que ofrezcan mucha protección para los dedos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. José Luis, la verdad es que está bastante bien, aunque coincido con Alyana en que la excesiva adjetivación resta fluidez a la escena, que de por sí debería ser rápida, tal y como transcurre la lucha. Aun así, me ha gustado mucho.

    Apuntaría que se te ha colado una tilde de más en la frase:

    "en un golpe que buscaba con ansías la carne rival"

    Por lo demás, me quedo con ganas de saber más sobre el caminante misterioso :)

    ResponderEliminar
  7. hola Homo libris , encantado de saber de tí. Debo confesar que me deje arrastrar por la emoción al describir esta lid. Estoy trabajando ahora en los últimos capítulos, y después voy a revisar todo el texto de manera minuciosa.
    Te prometo que voy a continuar subiendo fragmentos para dar una buena idea de la trama.
    Un abrazo.
    PD: Después de revisar el texto he realizado los cambios propuestos por ustedes, amigos míos.
    Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  8. Ah. Falcata o Gladius. Eso lo explicaría :)
    Salvo que se hable de una lucha en formación o de legión, mi cabeza va directamente a la espada con cruz.
    Saludines

    ResponderEliminar
  9. Pues a mí lo que más me ha gustado es ese claro sentido épico de la historia, la sangre, el sudor, el miedo... crea una escena impactante.

    Estupendo, José Luis.

    ResponderEliminar
  10. Gracias Susana, viniendo de ti, es un gran cumplido.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar